martes, 1 de diciembre de 2015

La lluvia

Llorando, escuchaba llorar. Como pequeñas gotas se rompían contra el suelo. La tristeza entraba por la ventana de mi habitación dejando la pequeña mesa mojada. Los gritos se escuchaban a lo lejos, cinco segundos se contaban entre cada uno de ellos. La lluvia siempre me había parecido algo mágico. Me levante de la silla de mi escritorio y me dirigí hacia la ventana. Cerré mis ojos y me puse a escuchar plenamente ese fenómeno. Paso poco rato y se empezaron ha acercar, cuatro segundos se contaban entre gritos que juntándose con los lloros comenzaban a ser llantos. Contaba las gotas que caían en la mesita: una, dos, tres, cuatro... Iban cayendo lentamente. Más tarde aumentaron su tempo: cinco, seis, siete, ocho... Los gritos se acercaban, un gigante venia hacia aquí. Venia llorando y gritando. ¿Que le habría pasado? Quizá le insultaron, su madre murió o su padre, lo abandonaron o lo expulsaron. Nadie lo sabe porque nadie se molesta en saber porque llueve, porque el cielo es capaz de llorar. Porque los gigantes pasan por nuestra tierra solo cuando lloran...
Shhh... escuchad: silencio. El gigante se ha calmado. ¿Quien lo ha hecho? ¿Alguien ha sido capaz de escucharlo y entenderlo o lo han echado? Da igual lo que le haya calmado porque la gente no lo piensa. No quieren saber de los gigantes porque son diferentes y solo la gente diferente es capaz de verlos y entenderlos.

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